Breves consideraciones sobre la Cantata Estupefacta.

Yader Velásquez
5 min readAug 13, 2020

El discurso poético de La cantata estupefacta de Álvaro Urtecho (1985) se construye a través de la oposición de una serie de elementos temáticos y formales desarrollados a lo largo del texto. Por medio de una estructura similar a los movimientos de una pieza musical el yo lírico modula el tono del poema en una especie de contrapunto. La angustia metafísica y las preocupaciones filosóficas, el recuerdo de la infancia y las imágenes eróticas, etc, funcionan como variaciones de una obra que encuentra su unidad en el tema de la muerte. Esta especie de naturaleza híbrida se evidencia en términos estilísticos al combinar la experimentación lingüística con formas más tradicionales, originando un texto con abundantes matices y giros poéticos. Este mecanismo de construcción puede reconocerse desde los epígrafes iniciales. Por medio de las citas seleccionadas — Rilke y Novalis, Darío y Martínez Rivas — el autor entabla un diálogo entre distintas tradiciones literarias. Por un lado el yo lírico retoma el impulso reflexivo y simbolista de la poesía alemana, reflejado en el texto a través de la búsqueda y el cuestionamiento del origen, la duda ontológica, el conflicto entre el pensamiento y los sentidos, etc:

Del mismo modo, es posible encontrar ecos del desequilibrio lingüístico característico de las vanguardias latinoamericanas en los juegos de palabras y el uso plástico del verso. Sin embargo, a diferencia de la destrucción formal llevada a cabo por los vanguardistas, la cantata conserva su intención comunicativa y el lenguaje no pierde su función referencial. Quizás su referente más directo sea la obra de Carlos Martínez Rivas cuya herencia es reconocible en el uso de la aliteración fuerte y el ritmo entrecortado de sus versos, un artificio presente en textos como Dos murales U.S.A. Consideremos como ejemplo los siguientes versos pertenecientes a la primera parte del poema y observemos el uso de la paranomasia:

Este reconocimiento de la herencia literaria es expresado de forma textual dentro del poema. Para el autor, el diálogo con la tradición trasciende al artificio retórico. Su preocupación no se reduce a la búsqueda de un estilo, si no al impulso por resignificar y desautomatizar la experiencia a través de las palabras. Esa intención por “purificar” el llamado “lenguaje de la tribu” remite de forma directa a los ya conocidos versos de Mallarmé (1914) en su homenaje la Tumba de Edgar Allan Poe (“donner un sens plus pur aux mots de la tribu”).

De este modo, el autor da forma al discurso poético por medio de la oposición. El yo lírico no se limita a un solo punto de vista, por el contrario, articula distintos registros utilizando como hilo conductor a la experiencia. Así pues, el poema se mueve entre la postal provinciana y las referencias cosmopolitas como se demuestra respectivamente en los siguientes fragmentos:

Este recurso también opera en la exposición de los temas de la obra. Como se ha mencionado con anterioridad, la presencia de la muerte es central en la construcción del texto:

Sin embargo, ésta toma su verdadera dimensión dentro del poema por medio del contraste con elementos que resaltan algunas experiencia vitales. De este modo, el poeta reflexiona sobre la naturaleza impermanente del individuo a la vez que afirma la belleza de la vida. La evocación idealista del pasado y el relato erótico sirven como contrapeso al tono sombrío y decadente con que inicia el texto. En este desplazamiento, el autor deja entrever su visión hedonista del mundo. Tomemos en consideración los siguientes fragmentos:

Esta relación vida-muerte puede entenderse como dos fenómenos dependientes. En este sentido, aunque la existencia humana esté condenada a extinguirse, las experiencias previas a la muerte la dotan de significado. La unidad de la cantata es construída sobre esta reflexión. A pesar de su longitud y de la diversidad de artificios, puntos de vistas, registros, temas, etc, el poema logra encontrar su centro en este reconocimiento. El poeta es capaz de cantar a la muerte y al mismo tiempo rendir homenaje a la vida.

Como hemos visto, La cantata estupefacta se trata de una obra compleja, donde varios estilos y poéticas son desarrolladas a lo largo de sus tres movimientos. Uno de los artificios centrales es la oposición, tanto en términos formales como en el tratamiento temático. Este procedimiento le permite al autor desarrollar una poesía reflexiva y al mismo tiempo comunicar su experiencia, desplazarse del hermetismo lingüístico a la claridad discursiva de sus estrofas finales. De este modo la sensibilidad lírica del texto no cede a su agudeza intelectual. La obra se presenta a sí misma desde sus epígrafes como la integración de varias fuentes y el diálogo entre distintas tradiciones.

Bibliografía.

Mallarmé, Stephan. (2013). Poesias: Antología Bilingüe. Alianza Editorial. España.

Urtecho. Álvaro. (1985). Cantata Estupefacta y otros poemas. Editorial Nueva Nicaragua.

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Yader Velásquez

Nicaragua, 1992. Programador, máster en literatura y filología. Quiere laurearse pero se encebolla.